Un viaje en metro… el lugar donde se aparcan los sueños

Deja un comentario

UN VIAJE EN METRO...

Durante un viaje de placer en New York me dispuse a hacer lo que hacen a diario miles y miles de personas, la curiosa experiencia de viajar en metro. Me dirigía a Coney Island, lugar donde está tomada la foto del apartado “sobre mi” de este blog, en un viaje de apenas 30 minutos desde la isla de Manhattan con algún trasbordo que otro en las innumerables líneas de metro que conectan aquella maravillosa ciudad. Pero quizás se trataba de un viaje distinto al que hacía la mayoría de los usuarios de esa línea o tal vez era un trayecto  visto desde otra perspectiva por ser un viaje de placer, alejado de la rutina diaria que acechaba a la mayoría de los pasajeros de ese tren.

Despierta mi curiosidad la cantidad de gente tan dispar que suben a diario a cada una de esas líneas, convirtiéndose en lo que a mi parecer supone, en  una efímera estación del tiempo que no entiende de razas, status sociales, edades, idiomas y otras muchas circunstancias… Acaba por convertirse para mí, desde mi humilde asiento, en un lugar que invita a la reflexión a partir de lo que mis ojos pueden observar y lo que mi caprichosa mente me sugiere en ese mismo instante.

Observo desde mi posición a un pasajero ataviado con un traje de chaqueta gris, un maletín negro de piel , de mediana estatura y de unos cuarenta y largos años. Toma el asiento de mi izquierda y le echa un vistazo a su teléfono móvil. En la pantalla aparecen gráficas y porcentajes que varían por segundos. Lo observa detenidamente  para después bloquearlo y   guardarlo en su bolsillo derecho. Posteriormente sujeta su maletín, del que extrae un cuaderno y un lápiz. Apoya su cartera en las piernas y coloca el cuaderno sobre la misma, desde donde puedo a atreverme a vislumbrar algunos bocetos. Despliega una de las hojas y mi vista distraída y curiosa percibe la silueta de un rostro que el señor en cuestión comienza a perfilar a trazos, suavemente, con un leve movimiento de muñeca desde donde percibo también su bonito e imagino que caro reloj. Lo que a primera vista me pareció ser un agente de bolsa, de esos que mueven cantidades de dinero astronómicas por la red y cuyo sueldo oscila entre los 50.000 y 80.000 dólares anuales, se tornó en un simple artista.

Al  frente y un poco más atrás percibo a una chica de color con zuecos blancos y calcetines y lo que parece ser un uniforme de trabajo bajo su abrigo. Se dispone a llamar e inconscientemente se activan mis oídos para escuchar la conversación telefónica que mantiene con su pequeña. Me atrevería a decir que es su hija porque su tono de voz se vuelve dulce y se le dibuja una gran sonrisa en el rostro. Le pregunta si se ha bañado, qué tal le ha ido en el colegio hoy y le advierte que pronto llegará a casa. Eso es lo que mi nivel de inglés y mi curiosidad  me permite percibir de aquella conversación telefónica.

Justo frente a mí, una pareja, ella de rasgos asiáticos y él lo que me atrevería a decir un neoyorkino en toda regla que no alcanzan la veintena. Él mira hacia el frente, sonrojado, con la mirada tímida y ella, que no para de sonreír le besa en su mejilla derecha. Ella no siente miedo, ni vergüenza de la gente que le rodea y no escatima en arrumacos hacia el chico. Él se ha percatado de que los estaba observando y yo aparto la vista para echar una panorámica de lo que me rodea. Gente que lee periódicos, escuchan música, consultan internet con sus teléfonos móviles, charlan con sus compañeros de viaje…

Pronto mi vista se detiene en una joven que lee, de unos treinta y tantos años. Sostiene un libro pero no puedo ver de qué se trata. Resulta curioso, pero llego hasta enfadarme porque no alcanzo a ver el título ni a conocer sus gustos literarios, ya que ha envuelto el libro en papel de regalo y lo sostiene con firmeza, sin miedo a lo que puedan percibir los curiosos como yo. Me resulta peculiar pero a la vez interesante… Sólo ella sabe qué está leyendo. Quizás si me hubiera sentado a su lado, podría haber alcanzado a leer unas líneas

Otra parada y gente nueva, nuevas vidas que observar desde mi humilde asiento. Un chico cargado con una pantalla enorme de Apple que sujeta entre sus piernas. Me atrevería a decir que está deseando  llegar a casa y ponerla en funcionamiento para navegar durante horas por la red.

Pronto un ruido llama mi atención. En la primera impresión pensaba que era el tono de llamada de un móvil pero estaba equivocada… Es un chico de rasgos afroamericanos que sostiene un móvil en su mano, tiene sólo un auricular en su oreja y emite ciertos ruidos con la boca que configuran una hermosa melodía. Lo hace sin reparo, sin vergüenza alguna ¿por qué tenerla si es curioso y a la vez un arte?. Creo que lo vi una vez en televisión, lo llamaban “beatbox”. En tan sólo minuto y medio llego a sentir una gran admiración pero pronto mi marido me golpea el brazo para indicarme que en la próxima parada nos bajamos. ¿Ahora?? Quiero seguir allí, escuchándolo, observando al resto de la gente desde mi perspectiva, desde mi asiento y adentrándome en aquellas vidas, emitiendo juicios en voz pasiva, conmigo misma.

Dejamos atrás el tren y me detengo a contemplarlo desde el andén mientras prosigue su marcha pensando que aquel vagón guarda algo de magia. En ese pequeño habitáculo suceden a menudo tantas cosas. Se me antoja como el lugar donde confluyen las vidas y por qué no… los sueños…  Me detengo a pensar mientras camino y el tren prosigue su marcha en…. ¿Qué sucedería si trasladásemos eso a la vida real alejándola de la rutina que los rodea?.

Me gustaría entregar un bloc en blanco a aquel ejecutivo, regalarle a aquella madre que trabaja a diario una tarde eterna de domingo con su pequeña, una biblioteca a la intrépida lectora o una sala de conciertos repleta de público a ese joven artista…  ¿Qué ocurriría si con un solo chasquido de dedos pudiéramos cambiar sus vidas? ¿Qué pasaría si aquél lugar dejara de ser el lugar donde se aparcan los sueños para comenzar a vivirlos? 

Quizás aquél vagón perdería la magia de la materia efímera y fugaz que componen los sueños…

Avatar de Desconocido

Autor: historiaspendientes

"No hagas de tu vida un borrador, quizás no tengas tiempo para pasarlo a limpio"

Deja un comentario