Permíteme hoy hablar de religión…

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Hoy saltaba a los telediarios de todo el mundo la triste noticia de los atentados perpetrados en Bruselas cuya consecuencia más inmediata ha sido una lista de fallecidos que aumenta y  que a nadie deja indiferente…

Por este motivo, hoy mismo, permítime hablar religión, un tema que siempre generará controversia, polémica y opiniones cruzadas pero que voy a tratar desde el respeto. Me atrevería a decir que se trata de mi humilde interpretación sobre religión versus fanatismo, extraída a lo largo de interminables lecturas y que fue la piedra angular de mi carrera universitaria. Porque hablar de historia conlleva inevitablemente a hablar de religión…

En este punto, hoy me ha venido a la cabeza la lectura de un libro que leí durante mi primer año de carrera y que recomiendo a todo el mundo, de esos libros que dejan huella y que me hizo subrayar en fluorescente una frase que resumía toda su lectura y que decía algo así: “La religión y la intolerancia ha cubierto la tierra de sangre a lo largo de la historia” (TRATADO DE LA TOLERANCIA, VOLTAIRE). Se trata de una reflexión interesantísima que comienza con la narración de un “juicio” sobre Jean Calas, un comerciante protestante del s. XVIII que derivará en profundas reflexiones de las que extraeré algunas frases de interés durante este artículo.

El autor hace alusión a ese absurdo fanatismo que rompe con todos los lazos de la sociedad y que encuentra su base en la religión llegando a afirmar que la religión mal entendida es una fiebre que puede terminar en delirio, citando a un autor que afirma que “Es una herejía execrable querer atraerse por la fuerza, por los golpes, por los encarcelamientos, a aquellos a los que no se ha podido convencer por la razón (San Atanasio).

He aquí cuando mi mente comienza a recordar lecturas varias y conclusiones que no puedo pasar por alto en este instante y que comienzan a fraguar en mí un cierto repudio, no ya contra la religión en si, sino contra “aquellos” quienes han utilizado su nombre para cometer las mayores atrocidades de la historia. Podría remontarme a tiempos muy muy lejanos en los que la religión ha estado muy latente, pero voy sólo a recordar algunos que vienen a mi memoria.

Comenzaría por citar la predicación de las Cruzadas, promulgadas por el Papa Urbano II en el Concilio de Clermont  en el año 1095 con la intención de recuperar la Tierra Santa en manos de lo que consideraban el yugo musulmán. Una atrocidad bajo el estandarte de la religión que continuó con ocho cruzadas más. Tampoco habría que olvidar que el Papa Sixto V, casi 500 años más tarde, otorgaba nueve años de indulgencias a todos los franceses que tomasen las armas contra su soberano, una llamada más a la guerra con la religión de telón de fondo…

En este punto me gustaría recordar a todos ustedes lo que suponía la venta de indulgencias durante la Edad Media. Se trataba de un “certificado” que otorgaba la Iglesia a cambio de un DINERO que te aseguraba un lugar en el cielo y la salvación de tu alma, otra arma que utilizó la Iglesia para aumentar su poder económico y así acometer obras de arte que son a día de hoy muestras de nuestro patrimonio histórico. Muchos de vosotros recordaréis la película de Martín Lutero, un monje dedicado a Dios durante toda su vida que se escandalizó al ver como gente, que no tenía ni para comer, empeñaba sus bienes más preciados para poder adquirir este triste papelito que te garantizaba la salvación.

Trasladándonos ya en una época no muy lejana, destacar que los mayores fascismos cimentaron sus bases en el sustrato religioso. Bastaría recordar a dictadores que caminaban bajo palio y que incluso llegaron a acuñar monedas en donde aludían a su “inspiración divina” como las que mostraban las antiguas pesetas  y que decían… “Caudillo de España por la Gracia de Dios”…

Por estos y otros muchos acontecimientos que tuve la oportunidad de conocer y que forman parte de nuestra Historia, mi raciocinio no alcanzaba a entender como se producía la quema de libros o se establecían índices de libros prohibidos, con lo que me han aportado a mí algunas lecturas y  lo enriquece la cultura y la diversidad que proporcionan los libros. No entendía la censura a la razón, aunque llegué a constatar el miedo que provocaba que la gente pudiera acceder a la educación y a la tolerancia para poder forjar un pensamiento libre. En este sentido me sobreviene una frase de Ernesto Che Guevara que, independientemente de su pensamiento político, nos guste más o menos, estaba cargada de razón : “Un pueblo que no sabe leer ni escribir es un pueblo fácil de engañar…”

Y en este punto me encuentro, siendo capaz de afirmar que aquellos que han cometido actos atroces bajo el estandarte de la religión me han hecho enturbiar mi percepción de la misma,preguntándome lo que se preguntaba Voltaire en su libro… “Si acaso tu Dios ha establecido leyes sanguinarias, si ha ordenado la intolerancia, si hizo construir los calabozos de la Inquisición…”. Y con una de su reflexiones concluyo:  “La religión NO debe reinar por medio del odio, de la furia, de los destierros, del despojo de bienes, de las cárceles, de las torturas y de los asesinatos  porque cuanto más divina es la religión, menos le corresponde al hombre imponerla…”

P.D: Confío en que en otra vida se juzgue lo justo, más que lo religioso…

Mi más sentido pésame a las víctimas…

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Autor: historiaspendientes

"No hagas de tu vida un borrador, quizás no tengas tiempo para pasarlo a limpio"

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